jueves, 8 de enero de 2015

Comentario crítico: Esculpir en el tiempo, por Andrei Tarkovski

Esculpir en el tiempo


Andrei Tarkovski, nacido en el seno de la Unión Soviética, ha pasado a la historia como uno de los autores más importantes e influyentes de l cine ruso, y aun más, de la historia del cine, con títulos tan reconocidos como Solaris, Stálker, El espejo, o su obra póstuma, Sacrificio. A pesar de las adversidades, pues no era tarea fácil para el autor llevar a cabo los proyectos que desaseaba en un tiempo en el que el cine, como todas las artes, debía servir enteramente a los intereses de la patria, Tarkovski siempre se mantuvo fiel a sus principios a lo largo de su filmografía, principios que inmortaliza en el ensayo “Esculpir en el tiempo”.

Con el subtítulo “Reflexiones sobre el arte, la estética y la poética del cine”, Esculpir en el tiempo es el ensayo más destacado del cine entendido como arte, y es precisamente la lectura de un extracto de este ensayo lo que me lleva a escribir estos párrafos. Dicho extracto se refiere a la imagen cinematográfica, incluyendo los apartados “Sobre el tiempo, el ritmo y el montaje”, “Esculpir en el tiempo”, e “Idea y guión”, en los que el autor recurre con frecuencia a su película “Espejo”, así como a otros directores  de cine y renombrados escritores, en busca de ejemplos. A continuación comentaré brevemente lo que he aprendido de cada uno de ellos, espero que os resulte tan interesante como a mí.

La imagen cinematográfica

Tarkovski habla de un cine sincero, sin aires intelectuales ni artificios faltos de naturalidad. La imagen fotográfica debe ser capaz de capturar con la mayor sencillez un momento tan lleno de significado y misterio que pueda ser interpretado de mil formas distintas según quién lo mire y las circunstancias que le acompañen. A modo de ejemplo, Tarkovski compara la imagen cinematográfica con un haiku, un breve poema japonés formado tan solo por tres versos, y escribe lo siguiente:

“Con sólo tres puntos de vista, los poetas japoneses fueron capaces de expresar su relación con la realidad. No la observaron simplemente, sino que sin prisas ni vanidades buscaron su sentido eterno. Y cuanto más precisa es esta observación, más única es también. Y cuanto más única es, más próxima se encuentra a la imagen.”

Tarkovski incide en la idea de que el cine debe dejar al espectador libertad para interpretar las imágenes que le son ofrecidas, defendiendo que las grandes obras de arte se prestan, por su naturaleza ambivalente, a interpretaciones de lo más diversas. Si un plano resulta demasiado directo, obvio, patente… el espectador no se sumergirá en él, pues las cartas están ya sobre la mesa, y este plano será meramente anecdótico.

Hace también una reflexión muy interesante en este capítulo sobre cómo lo típico depende directamente de lo único, lo individual, lo incomparable, ejemplificando tal relación por medio de los personajes (bien pudiendo ser esta reflexión aplicada a la imagen cinematográfica). Un personaje nace de por sí como un “tipo”, una conjunción de principios morales, sociales, culturales, políticos, que lo englobará en un colectivo, que lo hará genérico (nihilista, burgués, europeo, socialista…) sin embargo, al ser desarrollados por el autor, estos personajes son dotados de coherencia, de humanidad, de peculiaridades personales, que los convertirá en únicos e irrepetibles, lo que me lleva a citar lo siguiente:

“ Y también Hamlet es un tipo. Pero quién podría decir: <<Hamlets como ése ya los hemos visto por ahí, verdad?>>


Sobre el tiempo, el ritmo y el montaje 

Tarkovski deja claro que el tiempo y el ritmo de una película no son fruto de el montaje final, sino de el contenido de cada plano, criticando a los partidarios de <<el cine de montaje>>, como Eiseinstein, quien llegó a montar sus films en función de la longitud de la película, configurando las secuencias a modo de partitura, midiendo tiempos, sin prestar demasiada atención al contenido de los planos. Tarkovski defiende que el tiempo fluye en cada plano, y está determinado por el ritmo, esto es, por cómo transcurre la escena: de forma perezosa, abrupta, rápida en extremo… Así, sostiene el director que bien podría una película no constar de actores, decorado o montaje alguno, y seguiría sin embargo mostrando el paso del tiempo. De este modo el montaje no da vida a las escenas, sino coherencia, ordenándolas de un modo orgánico y natural. Se podría decir que los planos son pentagramas con melodías ya escritas, y el montaje consiste en organizar estas melodías de forma armoniosa para componer con ellas una sinfonía.


Esculpir en el tiempo

Para Tarkovski el modo de ordenar y estructurar las tomas hasta dar  con el montaje definitivo es de suma importancia. Ningún director tiene el mismo sentido del ritmo y el tiempo, por lo que las mismas tomas  montadas por distintos directores darían como resultado películas completamente diferentes. Pero un buen director, dice, es coherente con su sentido del tiempo, siendo reconocible su modo de montar una película, y pone como ejemplo los montajes de directores de la talla de Bergman, Kurosawa o Antonioni.

Idea y guión

Por último, Tarkovski explica las complicaciones de llevar un guión al cine, dejando claros varios puntos:
-          Un buen guión no es literario, sino descriptivo: explica qué se va a rodar y cómo; Un buen guión literario ayudará a atraer la atención de los inversores, pero no es útil a la hora de rodar ni asegura una buena película.
-           El guión va a cambiar, quieras o no, a lo largo del rodaje; Factores externos como por ejemplo el estado de ánimo de los actores, un fallo en plató, un cambio del tiempo… pueden modificar tu guión. Pero esto, dice Tarkovski, no es algo malo, sino que puede dar como resultado una escena espontánea y crear una solución original e inesperada.
-          Un buen guión es el resultado de muchas modificaciones; el guión es un objeto de reflexión que no refleja el carácter final de la película, y no está acabado hasta que se rueda la última escena.
-          Es sumamente importante tanto dejar clara tu visión del proyecto a quienes participan en él como dejar libertad creativa a los miembros del equipo. Un buen director no puede convertirse en mero espectador, dejando que el equipo actúe por su cuenta, sino que debe compartir sus sentimientos y reflexiones sobre la película de modo que el equipo las tenga en cuenta y pueda además añadir nuevas ideas que la enriquezcan.

En conclusión, después de leer este extracto de "Esculpir en el tiempo", siento la necesidad de embarcarme en la lectura del ensayo completo. Aunque el discurso puede resultar un poco confuso en ocasiones, consciente de ello, Tarkovski se apresura a ofrecer nuevas explicaciones y ejemplos para aclarar cualquier duda que haya podido surgir por el camino, animando al lector a reflexionar, a sumergirse en sus párrafos del mismo modo que sucede en sus películas, del mismo modo que sucede con una buena obra de arte. 
Recomiendo esta lectura a cualquier estudiante o interesado en cine o arte, pues considero que las reflexiones de Tarkovski son aplicables tanto al lenguaje cinematográfico como al artístico. La expresión "esculpir en el tiempo", de hecho, nace de la visión de Tarkovski del director de cine como un escultor que, en vez de tallar trozos de madera, roca o metal, talla fragmentos de tiempo. 

Por si os interesa, aunque podéis encontrarlo en Wikipedia, os dejo como curiosidad un extracto con una lista de los directores predilectos y y las 10 películas favoritas de Andrei Tarkovski.

"En abril de 1972Leonid Kozlov pidió a Tarkovski que compilara una lista de sus diez películas favoritas. Andréi, tomando muy en serio dicha petición, comenzó anotando una lista con los nombres de sus directores predilectos:BuñuelMizoguchiBergmanBressonKurosawaAntonioniVigoDreyer; para luego hacer una lista de películas cuidadosamente numerada."
  1. Diario de un cura rural (Le journal d'un curé de campagne, 1950) de (Robert Bresson)
  2. Los comulgantes (Nattvardsgästerna, 1962) de (Ingmar Bergman)
  3. Nazarín (1958) de (Luis Buñuel)
  4. Fresas salvajes (Smultronstllet, 1957) de (Ingmar Bergman)
  5. Luces de la ciudad (City lights, 1930) de (Charles Chaplin)
  6. Cuentos de la luna pálida (Ugetsu monogatari, 1953) de (Kenji Mizoguchi)
  7. Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954) de (Akira Kurosawa)
  8. Persona (1966) de (Ingmar Bergman)
  9. Mouchette (1967) de (Robert Bresson)
  10. La mujer en la arena (Una mujer en la arena) (Suna no onna, 1964) de (Hiroshi Teshigahara)

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